viernes, 3 de octubre de 2014

Unas palabras del Mago de Oz

Lo cierto es que no soy muy amigo de efemérides y cumpleaños. Me producen la misma sensación que las estaciones de tren, que no sé muy bien porqué, solo me ocurre en las estaciones, me deslizan a traición una fuerte sensación de nostalgia. Y yo odio la nostalgia, justamente por lo que significa. El solo momento en el que te atrapa y te encuentras pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor, creo que es un flaco favor que le haces a las dos sensaciones que más me gustan: la ilusión y el optimismo. Con esas sí que me siento cómodo.  Igual que cuando me dispongo a arrancar mi moto para un largo viaje, o una pequeña vuelta de fin de semana, igual que cuando me abrocho el cinturón en un avión, o cuando en un rodaje el ayudante de dirección canta la frase "Silencio, vamos a rodar". Lo importante es el viaje, más aun, la expectativa del viaje. Ilusión, optimismo, y ese cosquilleo en el estomago que produce la química del sistema nervioso.
Es la misma sensación que siento al comenzar un proyecto. Es más, no comienzo nunca nada que no me produzca esa sensación. Es norma de la casa.

Pero es imposible resistir la presión. He tenido durante todo lo que va de año a mi socio, y a pesar de todo amigo, Iñaki, recordándome que este año hacemos la quince edición del Festival de Cine de Pamplona – Iruñeko Zinemaldia. Iñaki sí es de mirar atrás, sí es de atesorar lo realizado, sí recuerda fechas y aniversarios. A él y a su memoria les debemos, entre otras muchas cosas, los homenajes que cada año los lápices de Kukuxumusu dibujan en el cartel. Iñaki sí se encuentra cómodo en ese espacio, como se encuentra cómodo viendo y revisando una y otra vez sus iconos del cine clásico. Por el contrario, yo, insisto, soy más de mirar hacia el horizonte.

Tal vez sea por esto, tal vez sea porque elijamos distintos encuadres para ver nuestra realidad que hayamos sido capaces de salvar estos años de convivencia laboral y de proyecto con un saldo ciertamente bajo, no ya en broncas o discusiones, sino siquiera en diferencias de opinión… Toc, toc, la nostalgia comienza a llamar a mi puerta, y me veo entrando en la estación de tren, quince años mas mayor y, lo que es peor, intentando recuperar la ilusión con la que comenzáramos ‘los Iñakis’ (lo que hoy es un dúo, antes fue un trío) y yo mismo, la aventura del Festival de Cine de Pamplona.
No me encuentro cómodo en esta estación.
Aun así, entiendo las razones que esgrime Iñaki para recordar, y durante estos meses de preparación del Festival que nos ocupa, del quince, nos hemos perdido en la memoria de nuestras vivencias, que por cierto han sido muchas, llegando a sorprendernos de la cantidad de cosas que hemos hecho, la cantidad de neuronas que hemos puesto a trabajar, la gente que hemos conocido, tratado y llegado a preciar hasta conformar auténticas y buenas amistades, la cantidad de voluntarios que han colaborado desinteresadamente aportando su tiempo y su buena disposición, la gente que ha formado plantilla de la productora Navarra de Cine y que ha trabajado duro, muy duro para que año tras año el evento fuese primero tomando forma y luego creciendo… Los patrocinadores, que han sido muchos, muchísimos, y que cada uno en la medida de sus posibilidades ha contribuido a reforzar el Festival. Las películas, algunas, inolvidables, todavía vivas en nuestra retina, y que han sido el autentico motor del evento, sus autores y productores, los actores, algunos de ellos ya desaparecidos como Mariví Bilbao o Alex Angulo, que nos acompañaron y que con su imagen también contribuyeron a hacer el Festival un poquito más conocido. Los colegios de Pamplona y Navarra, y los profesores, que año tras año han aceptado y valorado nuestra propuesta Educactif en el intento de que las nuevas generaciones aprecien las bondades de ver una película en proyección. Miles y miles de alumnos, algunos de ellos atrapados hoy como nosotros por el gusano del cine y que también sienten ese cosquilleo en el estómago como yo, y que se lanzan a rodar cortos, Corticos, con la ilusión, con el horizonte de que sean proyectados dentro del Festival y de otros festivales.

Claro que sí, muchas vivencias, pero no todas tan positivas, Iñaki. Durante estos quince años hemos vivido los ahora llamados años de la opulencia, si bien a nosotros la opulencia no nos tocó ni de lejos. En esa época el Festival sobrevivió esos años a base de hacer muy bien sus números. No voy a negar que resultaba relativamente sencillo tener patrocinio, ojo, siempre hubo que trabajárselo, y tener un producto que el patrocinador, sobre todo el privado, apreciara lo suficiente como para unir su marca a la del Festival. 
El dinero público también llegó en esa época, siempre escaso, siempre receloso, a pesar de que nos esmeramos año tras año en ser comedidos, correctos, no significados ideológicamente, lo que en nuestro negocio se dice "Apto para todos los públicos". Y se hicieron cuidadosamente los deberes, y las solicitudes y las justificaciones de las ayudas concedidas, pero no podemos decir que se nos apoyara en exceso, siempre lo justo para decir que se estaba, siempre sí pero no. Y algún año, ni eso.
Luego vino la debacle.

Términos como la ‘Prima de Riesgo’, ‘Ajustes’, ‘Recortes’ o ‘Macroeconomía’ se instalaron en nuestras vidas y entonces pasamos a ser directamente titiriteros, apestados y culpables del mal uso de las subvenciones, vividores del cuento, hasta perroflautas. Gente del cine. Mala cosa. Y lo peor, en ese momento todo pasó a medirse en términos de rentabilidad económica, incluida la cultura, y poco a poco ese mensaje ha ido calando en la sociedad y lo nuestro, lo que nosotros hacemos con los chavales, con los nuevos realizadores, por y para la inclusión de públicos, con nuestra oferta de cine distinto, alternativo dirigida a un público que respetamos por inteligente, ha pasado a tener menos valor si cabe.
Por un lado, las cuentas de resultados de las empresas se han desmoronado; luego, ya no resulta tan fácil conseguir patrocinio. Tengo amigos, que lo son, cuya amistad se ha fraguado en nuestros años de relación entre patrocinador y patrocinado, que muy a su pesar no pueden apoyarnos en nuestra pequeña cruzada estando envueltos ellos en sus propias batallas.

Por otro lado, la administración monta y desmonta entidades como la Fundación INAAC que se suponía nacida para defender los intereses de la inexistente industria del cine y el audiovisual en Navarra. Y, por otro lado, quita convenios nominativos arrojando los proyectos a convocatorias dispares donde se decide sobre si apoyar económicamente una reunión de encajeras de bolillos, un festival de cine o un concierto de la Sinfónica. Criterio. Y para rizar el rizo, retrasa en el tiempo las convocatorias de esas exiguas ayudas obligándonos a quienes montamos este y otros acontecimientos culturales a asumir el riesgo de gastar lo que no sabemos si acabaremos por recibir. Más difícil todavía. Me estoy enfadando Iñaki, y he empezado por decir que no quería mirar hacia atrás, que no quería tener que reconocer que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo cierto es que lo fue.

En algún momento soñamos, nos ilusionamos y vimos en el horizonte un Festival de Cine para la ciudad y tengo la sensación de que lo rozamos con la punta de los dedos.
Hoy el título nos viene grande. Despojado el Festival por mor de la ausencia de recursos, de todo aquello que le imprimía su carácter de fiesta del cine, sin invitados relevantes, más aun sin invitados, sin premios en metálico, sin entrega de premios, sin ningún tipo de celebración ni alfombra, reconvertidos en una muestra de cine, salvando únicamente lo mollar, las sesiones de proyección y las distintas secciones, nos encontramos tú y yo en esta estación de tren mirando fijamente los raíles por donde hemos llegado hasta aquí. No estamos solos, cierto, otros más jóvenes nos acompañan, sangre nueva… a ellos, y a todos los que durante estos quince años nos han apoyado, gracias, gracias por vuestro esfuerzo y por creer en el proyecto. De todo este viaje es la parte más gratificante.


Y ahora, si te parece, giremos la cara Iñaki, miremos hacia adelante, miremos las vías que nos quedan por recorrer. Próxima estación XV Festival de Cine de pamplona – Iruñeko XV Zinemaldia, espero que no sea la última. Creo que ya siento el cosquilleo en el estómago…


Dimas Lasterra
                                           (Director del Festival de Cine de Pamplona)
   


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